lunes, 29 de septiembre de 2014

Senderismo Circular Monte Huma 28-09-2014

Hola a todos. Esta ha sido mi primera ruta de senderismo con SevillActivA, con Mario y con los demás participantes en la activad, así que como debutante me ha tocado hacer la crónica, así que aquí voy. La ruta estaba propuesta para el sábado pero debido a la inestabilidad del tiempo se pasó al día siguiente domingo y así intentar evitar la lluvia que las predicciones meteorológicas daban como segura el sábado y no el domingo. A posteriori, se puede decir, que se podía haber hecho los dos días perfectamente, “ no te puedes fiar ni de las mejores predicciones meteorológicas”. El cambio de fecha desgraciadamente ocasionó la baja de varias personas que pudiendo venir el sábado no pudieron el domingo, por lo que de quince pasamos a ser siete: Mario, Yoli, Carlos, Ana Salinas, Ivone, Diego y yo. El punto de partida fue a las 8 de la mañana en la gasolinera de BP de Montequinto, salimos con retraso pues no teníamos claro quien más venía y si teníamos que esperar a alguien más pues creo hubo gente que se dio de baja de la ruta sin avisar. El punto de concentración era el restaurante “la Garganta” en el Chorro a las 10:30 pero llegamos con una media hora de retraso. Así que el comienzo de la ruta se retrasó, pero vino bien pues justo un rato antes de nuestra llegada Mario nos comentó que había caído una buena tromba de agua, así que nos escapamos de una mojada segura. Como se suele decir “no hay mal que por bien no venga”. Nos preparamos y comenzamos la ruta pasada las once y con la amenaza sobre nuestras cabecitas de que en cualquier momento podía de nuevo descargar. La ruta comienza atravesando el Chorro en el bellísimo paraje del Desfiladero de los Gaitanes en pleno corazón de Málaga y muy cerca del famoso “Caminito del Rey” en reconstrucción. Los primero kms se sigue un sendero o pista forestal muy claro que estaba indicado como “Haza del rio” el cual zigzagueando entre un bosque de pinos va poco a poco ascendiendo. La pista se abandona en una curva donde hay unos hitos de piedra a la izquierda. Nosotros nos lo pasamos pero y unos metros después vimos otra salida y la tomamos que nos llevó al camino correcto. Tanto Mario como Carlos llevaban gpss y no había pérdida pero sí hubo una pequeña discrepancia en qué camino coger, pero Mario impuso su jerarquía para que no hubiera más malos entendidos. A partir de aquí todo fue como la seda. Tanto en este sendero como el anterior teníamos que tener mucho cuidado para no caernos, cosa que ocurrió pero que no dejó de ser meros culazos, por culpa del barro, el suelo estaba mojado y embarrado. Sin más incidencias fuimos ascendiendo por un cortado en una pared vertical y en dirección a un grupo de árboles que se veía más arriba. En el camino pudimos ver un rebaño de cabras montesas y varios buitres leonados sobrevolando nuestras cabezas, insistí en que nos moviéramos para que no nos tomaran por carroña y nos dieran un picotazo, es broma. Esta senda nos condujo hasta una escalera de piedra tallada en las rocas y que aprovecha la falla y así poder salvar estas paredes, aunque se puede hacer la ruta siguiendo el camino que llevábamos, merece la pena buscar la llamada "escalerilla árabe" (que no es árabe, si no de los años 20) y contemplar las vistas que se van abriendo desde aquí, ya que habíamos cogido bastante altura. Una vez subida la escalerilla se llega a un llano conocido como “la peña de Flandes” fuimos girando hacia la derecha viendo de frente un cortijo y por encima se vía el peñón por donde más adelante teníamos que seguir. Atravesamos unos campos arados y otros con almendros y olivos donde hicimos un pequeño descanso para reponer fuerza, beber y picar algo. Unos metros después tomamos con dos señores de las finca que estaban recogiendo almendras como se hacía a la vieja usanza, es decir, vareando el almendro y recogiéndolas del suelo a mano y al saco. Hablamos con ellos del tiempo, del precio de las almendras y de la caza, pues estaban preocupados porque decían que les querían prohibir cazar, en fin ese es otro tema. Continuamos ascendiendo por el terruño arado y llegamos a un camino que cogimos a la derecha y a unos metros, por lo que hay que estar atento para no pasárselo, hay una veredita a la izquierda señalada con un hito. A partir de aquí va ascendiendo la sierra entre palmitos, fuimos ganando altura rápidamente para salvar la tercera y última pared. Giramos hacia la derecha siguiendo un senderito y fuimos a parar a una grieta en la pared como forma escalonada, pero esta vez creo que es producto de la naturaleza y de las torrenteras de agua. Allí hicimos otro breve receso recrearnos en las vistas del pantano de una chimenea de la central eléctrica del pantano y para tomar otro buche de agua y picar algo. Pues no he dicho que el día poco a poco se abrió, salió el sol y no que pasáramos mucho calor pero hacía bochorno y estábamos sudando bastante y por tanto perdiendo mucho líquido que había que reponer. Ya nos quedaba poco para hacer sima, estábamos en la meseta de la Huma, de casi 1 km. Íbamos andando por un vértice desde donde teníamos una maravillosa vista a todos lados, difícil de describir con palabras. Desde allí se veía la sierra de Abdalajís, con el pico la Capilla y la Sierra de la chimenea, con el Camorro Alto, y los Embalses Guadalteba-Guadalhorce. Llegamos al vértice geodésico sobre las 15:00 y estábamos en el punto más alto (1.191 metros) y desde donde se podían contemplar picos de Málaga, Sevilla, Córdoba, Cádiz y Granada. Allí, y tras tomar unas cuantas fotos, bueno concretamente durante toda la ruta las fue tomando Carlos, hicimos un merecido descanso, nos resguardamos en la cara norte pues hacía frio y unas nubes amenazadoras nos estaba cubriendo; nos tomamos un bocata, fruta y otras viandas, incluso Ivone traía café calentito, yo no soy cafetero, pero me pareció todo un lujo para el que le guste. No tardamos mucho en iniciar la vuelta ya que empezó a chispear y en parte de la bajada la lluvia fue un poco más intensa pero sin llegar a empaparnos. Aquí Mario y Carlos nos dieron muestras de que hombre preparado vale por dos y sacaron sus paraguas, gente lista. Yo llevaba mi triste chubasquero y gorrita. La vuelta la hicimos por otro lado, por el lado opuesto por el que habíamos llegado al Huma, dando un rodeo y dejándonos caer creo que por el Este. Siendo la vuelta más sencilla y rápida sin mucho que reseñar excepto que todos teníamos mucha sed y nos hubiéramos bebido algunos de los pantanos que veíamos a lo lejos. La vuelta al Chorro fue sobre las 17:45 minutos más o menos, a muy buena hora. Los que pudieron se cambiaron de ropa sudada y/o mojada, y las botas y fuimos al restaurante la garganta. Pero Mario nos ofreció enseñarnos unas ventas que hay pasado el Camping de Alora, cerca de la presa y así que hacía allí nos dirigimos. Después de tomar unas cervezas, coca-colas, helado, palmera de chocolate, montaditos de carne mechada y manteca, aceitunas etc. Dimos por terminado el día y cogimos los coches para volver a Sevilla. Resumiendo esta es una de las rutas más entretenidas que he podido hacer en la provincia de Málaga, el ambiente en el grupo fue extraordinario, todos fuimos charlando y conociéndonos durante el día y hubo varias y entretenidas conversaciones entre todos. La recomiendo a todo el mundo, pasamos un día genial y la montaña no paraba de darnos sorpresas ya que es una ruta que cambia en varias ocasiones de tipo de terreno. Eso sí hay que estar en forma ya que la ruta no es llana para nada, es toda lineal ascendente o descendente, y pasa por varios puntos donde había que usar las manos para continuar ascendiendo, por lo que tiene cierta dificultad que debe cada participante valorar en su condición física. Y llevar mucho líquido. En total fueron entre 16 ò 17 kms más o menos, y superamos un desnivel positivo de unos 1050 metros. Gracias Mario y a los demás y hasta la próxima. Ginés

jueves, 25 de septiembre de 2014

Senderismo Alajar-Castaño Robledo-Joyarancon-S.Ana Real-Alajar 21-09-2014

Justamente uno de esos chaparrón cortos pero intensos que nos adentran en el otoño nos bautizó ayer en la primera ruta de temporada a menos de media hora de terminar el recorrido. Quiero pensar que alcanzamos todos nuestros coches tan empapados como agradecidos por haber podido disfrutar de un paseo agradable y divertido! Yo fui una de las personas afortunadas de poder seguir la ruta marcada por Mario, amenizada por un grupo variopinto y encabezada por tres perrillos tan falderos como aventureros!! Pasada la intriga del tipo de ruta de dificultad "media-alta" con la que íbamos a topar, pronto nos dimos cuenta de que los veintitantos kilómetros que unen Alájar, Castaño del Robledo y Santa Ana no es más que un camino pedregoso, con alguna que otra cuesta, repleto de luces y sobras nacidas de castaños, madroños y alcornoques, destinado a estar acompañado de viejos, desaparecidos y algún que otro bien conservado horno de cal. Feliz y satisfecha se despide hasta la próxima, que espero sea muy pronto, esta novata en crónicas y rutas de senderismo “a ciegas”. Ana

domingo, 21 de septiembre de 2014

Ferrata del Camorro bajo y alto 20-09-2014

Hola chicos, pues al final el día fue estupendo, nublado a veces, aunque el sol nos pegó fuerte cuando íbamos subiendo en busca del Camorro Alto!!! Aquí pongo las fotos que delatan lo bien que lo pasamos y cuando tenga los vídeos del techo os los paso, para que veáis cuánto sufrimos allí, jajajaja...., si no es por SuperJuanma Roldán, por allí no sube ni el tato!!!!! jajajajaja.....Lina Quesada

lunes, 15 de septiembre de 2014

Barranco Trevelez Integral 13-09-2014

¡¡¡ Vaya palizón que nos metimos los 4 amigos !!!!! Teníamos la idea de realizar el Trevélez, mítico barranco, que ya se ha convertido en un clásico, de manera integral. Hay muy poca información sobre lo que hay en la parte superior del barranco, tanto en la red, como en libros y/o cualquier fuente escrita, Sad sólo contábamos con una escueta referencia de nuestro amigo Edu Gómez y poco más, en fin, que los 4 valientes, por no decir "inconscientes", decidimos meternos entre pecho y espalda un Trevélez integral. Como punto de entrada al barranco seleccionamos el antiguo puente romano que cruza el río, a la altura de Ferreirola, preciosa localidad donde la arquitectura nos traslada a tiempos de la ocupación árabe en un plis-plas. Desde aquí se baja al río siguiendo una ruta marcada como un sendero de pequeño recorrido por la Junta, no hay pérdida. Una vez en el río, ya eran las 12:00 del mediodía, nos cambiamos y empezamos el pateo, felices y contentos, sin intuir el suplicio que nos quedaba por delante.. jeje.. Nada más entrar en el barranco, un servidor pegó un costalazo que le supuso la lesión del dedo meñique, el cual quedó inutilizado durante todo el barranco y que fue adquiriendo, cual camaleón, los mismos colores que las paredes del entorno. No es que el río resbalara, no , es que resbalar era la única manera de descender aquello. Los que habéis descendido el Trevélez, o el Poqueira, o cualquier otro barranco de esquisto, sabéis a lo que me refiero, cuando hablo de una superficie que resbala, pero aquí había una diferencia claramente en nuestra contra, al tratarse de un recorrido virgen, la capa de limo depositada sobre el esquisto era muy gruesa, por lo que aquello resbalaba con sólo mirar... Costalazo tras costalazo, hostia tras hostia, íbamos lentamente haciendo el camino. Al final, y visto el panorama, un servidor se hizo de una rama, a modo de bastón, para poder guardar de forma decorosa el equilibrio jejeje.. De esta guisa, con la bota de un compañero que se empeñaba en abandonar a su suela, seguramente víctima del pánico escénico, y mirando cada dos por tres lo poquíto que avanzábamos en el gps, fuimos pacientemente recorriendo poco a poco los 8km largos de trayecto. Eso sí, el entorno y los colores que nos rodeaban eran únicos, la paleta de colores con la que el Trevélez agasaja a sus visitantes no tiene parangón en ningún otro barranco. Cuando por fin llegamos al lugar habitual de entrada al barranco, tras 5 horas de pateo, en el conocido como puente de palos, sólo habíamos encontrado un pequeño rapel y un bonito tobogán unos 150m antes. ¿ Merecía la pena el palizón que acabábamos de darnos ? Creo que sí, es un barranco que hay que hacer al menos una vez en la vida, y si alguna vez, algún compañero vuelve a pedirte que lo repitas, ... pues educadamente le indicas que vale, que merece la pena hacerlo, pero que un servidor le espera en el bar del pueblo... Teníamos por delante aún la parte más 'técnica' del barranco, y la luz se iba yendo poquito a poco, afortunadamente los 4 amigos teníamos bastante experiencia para movernos por el barranco y sólo los 2 últimos rapeles los hicimos de noche, usando para ello los frontales que todo barranquista que se precie debe llevar SIEMPRE, cual tesoro fuera, guardado con mimo en su bote estanco. Por cierto, uno de los integrantes encontró su bote estanco totalmente inundado fruto seguramente de los múltiples espaldarazos que pegamos en todo el trayecto. Por fin, y ya de noche cerrada, salimos del barranco, estábamos exhaustos, agotados, No y al día siguiente teníamos previstos meternos un Poqueira Integral juassss. Así que dadas las circunstancias, decidimos llamar a nuestros compañeros (lo siento, José y Montse) y anular el evento. Hicimos bien, al día siguiente algún compañero, no voy a poner nombre, pero es el que más otoños colecciona, ése al que le saben las cosas raras porque el pegamento de la dentadura se le mezcla con el sabor de los alimentos.. jejeje..., el "pobrecico" no podía ni montarse, ni salir del coche por él mismo... jejeje.. A la mañana siguiente hicimos actividades sociabilizadoras con los barranquistas que acudían a realizar el Trevélez (madre mía qué feria), y nos fuimos al pueblo de Órgiva, a realizar otras de nuestras actividades favoritas, pegar el culo a un taburete o silla de un bar..Nos vemos cuerdeando....Juanma Font.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Barrancos en Gredos 06-09-2014

El pasado 6, 7 y 8 de Septiembre, 7 amigos ya conocidos del foro fuimos a barranquear al Valle del Jerte y a la comarca de la Vera en Gredos. Nuestro plan, descender la famosa Garganta de los Papúos y de paso, conocer algún descenso más de la zona. El viernes por la noche, acampamos en el Camping de Navaconcejo. Sábado día 6. Nuestro objetivo era descender la Garganta de las Nogaleas. Nos encontramos un precioso día de campo, con el sol fuera, sin viento, un día ideal. Tras descender la primera cascada, nos encontramos la siguiente y nos damos cuenta de que no tiene instalación, obstáculo que superamos fácilmente con un anclaje natural a un árbol... qué extraño. Continuamos con nuestro descenso, con numerosos destrepes, toboganes secos y con agua pero sin ver ninguna cabecera. De repente, encontramos una vertical de unos 20 metros, de nuevo sin anclajes. La descripción y la topo no coincide con el descenso que estamos haciendo así que, no estamos en las Nogaleas pero, ya no hay vuelta atrás. Tras muchos destrepes y algunos rápeles mas, todos a los árboles, llegamos a la última cascada, la cuál tuvimos que fraccionar. Fue un bonito barranco, lleno de verdín, agua muy limpia y muy disfrutón, pero no sabemos exactamente dónde nos metimos este día... Domingo día 7 Llega el plato fuerte. Nos levantamos tempranito, desayunamos en el camping y nos dirigimos directamente a los Papúos. Tras conducir por un carril lleno de piedras y un alpargatazo, llegamos a la gran roca que marca el inicio. Comenzamos el descenso. El barranco tiene poquita agua pero suficiente para que podamos disfrutarlo. Llegamos al Chorro de la Ventera. El barranquista local se anima a instalarlo. Después del gran rápel, continúan algunos más, muchos destrepes y algunos toboganes. Un barranco muy divertido y bonito. Tras una progresión por bloques, llegamos al puente de salida del barranco, dónde nos damos un bañito y nos reímos sacando fotos. Tras el barranco, nos mudamos a un camping de la comarca de la Vera, también en Gredos. Lunes día 8 Muy muy tempranito, nos levantamos y nos ponemos en marcha para hacer el cañón, no sin antes un café para los adictos. Tras una hora de carril en coche y hora y media de alpargatazo con cuerdas de 60 metros, llegamos a la cabecera del barranco. Nos encontramos con una cascada de unos 7 metros que cae en una poza. Justo a continuación 5 pasos más adelante, llega el plato fuerte: Una cascada totalmente vertical de 55 metros. Cuando uno se mete un rápel de estas características, se da cuenta de lo postura que puede llegar a ser la gente, de lo cagao que va pa´ la cabecera y de la amplia sonrisa que saca para la foto. Anestesiados del pedazo rápel que nos acabábamos de meter, proseguimos con un tramo de progresión sin saber muy bien cuántos rápeles nos quedan, sólo sabemos que mínimo 3 de unos 30 metros cada uno y pronto nos damos cuenta, que la información dada es veraz. Nos encontramos con un buen rápel: ¡María, dame mas cuerda!. Y otro gran salto. Tras algún rapelillo más y muchos destrepes, concluimos el barranco, terminando así un gran fin de semana + lunes con el que volvemos a casa con muy buen sabor de boca. Gracias a todos los asistentes por hacer posible este viaje a las tierras extremeñas: Magdalena, Nieves, María, Carlos, Chema, Enrique y Sixto. Nos vemos en la próxima!!. Sixto Roller.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Trekking por el Alto Atlas Central: del Circo de Taghia al Valle Feliz 05/12-09-2014

‘Trekking por el Alto Atlas Central: del Circo de Taghia al Valle Feliz’. Organizado por Mario Domínguez de SevillActiva a través de una empresa de Marrakech (Trekking Marruecos). Participamos un grupo de once personas (Antonia, Eugenio, Jesús, Jorge, Jose Antº, Judith, Mario, Miguel, Pablo, Paqui y Sergio), del 5 al 12 de septiembre de 2014. LA PREVIA: Sevilla – Marrakech – Zahuia Ahansal. Poco después de la 8 h. (local) llegamos al aeropuerto de Marrakech, con todo el día libre por delante. Brahim (de Trekking Marruecos), nuestro guía para la montaña y ángel de la guarda durante todo el viaje, ya estaba esperándonos en la puerta de llegadas con una furgoneta para trasladarnos al Riad. Primer contacto: absoluto caos circulatorio, con imprevisibles trayectorias de coches, bicis, motos, carritos y peatones… pero que más o menos funciona. Soltamos las mochilas en el hotel, limpio y agradable y con cierto toque oriental, y nos internamos en la ciudad vieja. A pesar del turismo, el encanto de Marrakech permanece inalterable. Ciudad medieval y oriental, punto de encuentro de nómadas, de beduinos, de todo tipo de viajeros y pobladores de las montañas y del desierto. La plaza Djemaa al Fna, llena por la mañana de encantadores de serpientes, aguadores, danzarines y todo tipo de vendedores, se convierte por la noche en lugar de reunión, con multitud de círculos de contadores de historias y de músicos y con puestos de comida absolutamente desaconsejables (fue nuestra única comida mala). El bazar con sus infinitas callejuelas (misterio de convivencia entre peatones, ciclomotores y bicicletas, aun no aprendido en Sevilla), la permanente sombra de los cañizos, los vendedores y artesanos agrupados por gremios, el regateo… Y más: la Kutubia (esa Giralda austera), la Madrassa, las mezquitas, las casas y jardines. Y la gente, la gente y la vida derramadas por las calles. Al día siguiente, cinco horas de furgoneta nos llevan hasta Zahuia Ahansal, población fundada hace 1200 años con motivos religiosos y que hasta recientemente ha permanecido aislada de la civilización. Hasta aquí llega la carretera (mas bien pista los últimos kilómetros) y aquí nos abandona el transporte motorizado. Mochila al hombro y a caminar (el equipaje pesado lo habíamos traspasado a las mulas, en un encuentro a mediodía). EL TREKKING 1ª ETAPA: Zahuia Ahansal (1600 m) – Taghia (1890 m). Después de dejar la furgoneta y de un pequeño briefing de nuestro guía, echamos a andar por el valle del Assif Ahansal, unos ratos por la ladera y otros junto al río, que discurre entre altas paredes. Un suave ascenso de 300 m. nos llevó en tres cómodas horas al pueblo de Taghia: unas cuantas casas de piedra confundiéndose con el color de la ladera, enfrentadas a los espectaculares farallones del Circo del mismo nombre, paraíso de escaladores e impactante visión para nosotros. Mirando esos muros de 700 u 800 metros sobre nuestras cabezas, no averiguábamos por dónde podríamos subir al día siguiente, por mucho que Brahim intentara señalarnos el camino. En esta hondonada nace el río junto al que habíamos venido, casi el único acceso a este recóndito lugar, vedado a todo tipo de vehículos (esta vez, ni siquiera las siete mulas de nuestra expedición pudieron llegar: una tormenta había dañado el camino por donde debían pasar y no nos reuniríamos con la reata hasta la noche siguiente). Pernoctamos en una casa del pueblo, sin lujos pero con una pequeña terraza desde la que el atardecer y las primeras horas de la noche nos dejaron entrever el mundo mágico en el que acabábamos de penetrar. 2ª ETAPA: Taghia – Tizzi N’Tighboula (2900 m). Antes de que saliera el sol, salimos nosotros hacia el camino que nos esperaba: buena manera de desentumecernos! Un agradable sendero que vadea el río -un arroyuelo en ese punto- se hace progresivamente más empinado, entre manchas de tierras verdosas y violáceas sobre el ocre dominante. El sendero se convierte en una notable escarpadura, el llamado “Paso de los pastores”, hasta llegar a la cima, a unos 800 m. de altura, desde la que se observan unas impresionantes vistas del pueblo y del circo de Taghia con sus grandes paredes verticales, picos, hendiduras y una pequeña cascada tras la que sabemos se encuentran las fuentes del Assif Ahansal, que en este punto perderemos de vista. Caminamos ahora por un páramo seco y duro (es el día que más calor pasamos) donde están los pastos de verano de los rebaños de los nómadas Aït Atta, instalados en sus jaimas, muy aisladas unas de otras. La imagen de algún pastor recortado sobre el horizonte, con su peculiar indumentaria, hace que nos sintamos en un tiempo remoto. A la hora del almuerzo (un milagro de nuestro cocinero, que consigue elaborar comidas frescas y sabrosas prácticamente con nada y en medio de la nada) se nos acercó un grupo de estos amazighs procedentes del desierto, a quienes compramos azafrán y pequeños objetos artesanales. Dejando a nuestra derecha los abruptos desfiladeros de la Aqqa N’Tazzart, seguimos subiendo hasta poco menos de 3100 m. Desde aquí tenemos una vista que nos llena las caras de sonrisas: nuestro campamento instalado allí abajo, preciosas las dos grandes tiendas blancas y las seis pequeñas de color anaranjado. Bien situado en una vaguada cercana al Tizzi N’Tighboule, junto a un manantial y a unos apriscos de piedra abandonados, cuando llegamos ya nos esperan el té, los dulces y los frutos secos: inmejorable final para una larga jornada de más de 10 horas. En un goteo, se fueron acercando algunos nómadas a lomos de sus burros para recoger unos hatillos de ropa, que habían mandado unos montañeros madrileños y que Brahim les había llevado y repartía como el más feliz de los reyes magos. Esa noche hizo mucho frío y se levantó un viento que no dejó de soplar hasta la mañana, pero eso no impidió que durmiéramos como benditos. 3ª ETAPA: Tizzi N’Tighboula – Izoughar (2400 m). Por la mañana, tras un madrugador desayuno y aún con bastante frío, emprendimos una fuerte subida hasta el paso de Tighboula, cruzando la Aqqa N’Tazzart, largo y profundo tajo en el suelo junto al que habíamos caminado la tarde anterior. Tras varias subidas y bajadas, embocamos y fuimos avanzando por la Aqqa N’Izoughar que poco a poco se va abriendo en el valle del mismo nombre. La vegetación sigue siendo la de alta montaña que ya conocíamos (un matorral recio y achaparrado, formado por cinco especies de nombre imposible –en amazigh–, varias de ellas llenas de espinas), pero mucho más abundante, formando una pradera verde-amarillenta; también se ven más jaimas y rebaños, señal de que este terreno atesora más agua que los míseros pastizales que cruzamos ayer. Las paredes y laderas que nos rodean muestran una llamativa estratificación, con plegamientos que a mí me parecen caprichosos, pero cuyo análisis entusiasmaría a cualquier geólogo (¡pensar que estas inmensas formaciones se desarrollaron en el fondo del mar!). En el punto más ancho del valle, dominando visualmente los alrededores, nos esperaba nuestro cocinero con el imprescindible té y la comida a punto. Mientras comíamos y sesteábamos pasaban hacia el abrevadero cercano rebaños de cabras y ovejas, y también uno de dromedarios con una pequeña pastora que luchaba incansable por controlarlos; bucólico espectáculo que nos alegró el rato de descanso. Por la tarde atravesamos el Lago de Izoughar, seco en esta estación del año y que alcanza 1 m. de profundidad en las épocas de lluvia o deshielo. Andar por esta planicie salpicada de ralos yerbajos, con el reseco barro alfarero crujiendo bajo las botas, los asentamientos de pastores en los cerros que la circundan y la luz cabrilleando en la lontananza, produjo en todos nosotros una íntima emoción, difícil de describir. Seguramente es este uno de esos lugares con ‘Baraka’, donde los animales domésticos engordan súbitamente y las parejas conciben con fácil fecundidad. Como una hora después de cruzar el lago seco, previa parada para comprar huevos a una lugareña y tras pasar por un manantial donde uno de nuestros muleros estaba haciendo la aguada, llegamos al campamento, montado esta vez en una explanada rodeada de lomas pedregosas. A pesar de las muchas horas de marcha, no resistimos la tentación de subir a uno de esos pequeños riscos para ver allí abajo, por primera vez, el llamado Valle Feliz o de Aït Bouguemez: una idílica imagen, el intenso verdor de la vegetación y las casas de adobe de los poblados, con las cubiertas aterrazadas mimetizándose con el terreno. 4ª ETAPA: Izoughar – R’bat (1950 m). Según el plan inicial, hoy tocaba descender directamente a Zaouia Oulmiz, una de las cabeceras del Valle Feliz, para marchar por el mismo hasta nuestro destino de etapa, el pueblo de R’bat en la otra cabecera del valle (que tiene la forma de una Y cuyas ramas se unen en Tabant); pero recientemente han construido, justo por nuestra ruta, una pista transitable para vehículos y Brahim toma la sabia decisión de seguir hasta R’bat por la montaña. Dicho y hecho: a subir! Empezamos la mañana con otra cuesta rompepiernas que nos lleva lentamente hasta los 3080 m. del Tizzi N’Zawit y como tantas veces, al coronarlo está la recompensa: por fin divisamos lejos a nuestra izquierda (S) el Pico M’goun que con sus 4068 m. domina esta zona del Atlas; a nuestra derecha (N) vemos cercano el Djebbel Azourki, que nos acompaña desde ayer con sus 3677 m.; y frente a nosotros, una cadena de picos menores y el brochazo verde y ocre del Valle Feliz. Continuamos un par de horas más por media ladera, manteniendo más o menos la cota, hasta un fuerte descenso que termina en un manantial, donde abreva un numeroso rebaño de cabras y ovejas. La familia de pastores son típicos amazighs nómadas: enjutos y requemados pero con la risa fácil, y las mujeres con voz limpia y cantarina. Y es verdad, los niños tienen esos rostros expresivos de inmensos ojos que hemos visto en las fotos (¡la cara del niño al que Miguel le regaló sus gafas de sol!). Un poco más abajo, sobre 2400 m., cambio radical de vegetación: empiezan a aparecer árboles, primero aislados y después formando un bosque de enebros, sabinas y tuyas, donde ya está nuestro cocinero en el sitio, claro, con mejores vistas. Qué gustazo, la siesta a la sombra de una sabina, pasando hasta un poco de frío. El campamento nos espera a las afueras del pueblo, junto a un caudaloso manantial que debe de ser uno de los nacimientos del Attif R’bat: qué maravillosa y casi olvidada sensación la del agua y el jabón sobre la piel! tela de fría, eso sí. A primera hora de esa noche, vivimos uno de los momentos más especiales del viaje: un claro de luna de traslúcida blancura empezó a desbordarse por la ladera sur, mientras la del norte permanecía en sombras, hasta que la luna llena, inmensa y resplandeciente, apareció por detrás de uno de los altos picachos que nos acogían, llenando el valle de luz. Esa noche dormimos todos un poco más felices. 5ª ETAPA: R’bat – Agouti (1800 m). Aunque estamos a 1900 m. de altitud, esto no parece la montaña: hoy toca un tranquilo paseo por el Valle Feliz, un inesperado vergel fértil y fresco… pero de otro tiempo, de cuando “el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre”. Lo primero R’bat, un centenar de casas de adobe con zócalos de piedra pero sin atisbo de cemento; limpias y varias de ellas autenticas kasbahs, señoriales en su estilo: una verdadera población medieval, pero sin miseria, con los niños jugando al aro por las calles de tierra (Eugenio demostró ser un maestro también en este arte). La pista recién construida, por la que circula una indescriptible furgoneta remolcando un R11 prehistórico y averiado, presagia que este pueblo no va a seguir así mucho tiempo. Después de ver las huellas de dinosaurios de Ibaklliwne, que son como todas las huellas de dinosaurios (me recordaron a unas de la Rioja), llegamos a Tabant, que con sus 1302 habitantes es la capital administrativa de la comarca. Aquí nos espera el único esfuerzo del día, subir un empinado otero desde el que se divisa el valle en toda su extensión y en el que se encuentra el granero de Sidi Moussa, que visitamos. Son estos graneros comunales o agadires edificaciones fortificadas situadas en un alto de fácil defensa, donde se guardaba el grano y los bienes valiosos de la población en épocas turbulentas; parece ser que este de Sidi Moussa es uno de los más notables y mejor conservados. Seguimos avanzando junto a acequias y manantiales, entre una frondosa vegetación dominada por los manzanos y los nogales, hasta llegar por la tarde a Agouti, nuestro destino del día y final del trekking: aquí cambiamos las mulas por la furgoneta, que ya nos espera para llevarnos mañana a Marrakech. En este pueblo hay varias ‘Gites’ o albergues para excursionistas y en uno de ellos nos alojamos, disfrutando de las comodidades pero comenzando ya a intuir la nostalgia que sentiremos. Aún nos quedaba una vivencia más para engrosar esa futura nostalgia: habíamos subido paseando hasta un altozano coronado por las ruinas de una kasbah, cuando llegó la puesta de sol y con ella el ‘adhan’ de los muecines resonando por el valle: una llamada para volver algún día por estas tierras. EL TURISMO: Cascadas de Ouzoud - Marrakech A medio camino de Marrakech, tras salir de la zona montañosa por una carreterilla que bordea espeluznantes precipicios, se encuentran las Cascadas de Ouzoud, grandiosos saltos de agua. Son muy espectaculares, con cataratas de gran altura y distintos desniveles y estanques, aptos para el baño; pero se han convertido en un importante foco turístico, sobre todo nacional, con gran cantidad de tenduchos, restaurantes e incluso un camping. También aquí pasamos un buen rato: Brahim había encargado la comida en una especie de chill-out regentado por un rastafari senegalés, y Eugenio, Paqui, Jesús y algún otro, acompañados por artistas locales y el propio rastafari, montaron una jam-session de percusión con bongos, darbukas, crótalos, cañas y xilófono, que llegó a alcanzar momentos de alta intensidad rítmica. Y vuelta a Marrakech, que ahora nos parece aun más caótica y ruidosa. Ultimas compras, últimos paseos por la Djemaa al Fna, cena, unas horas de sueño y muy temprano por la mañana, al aeropuerto y… Sevilla LA GASTRONOMÍA Lo diré desde el principio: hemos engordado: a pesar de caminar 80 km. por la montaña, nadie ha adelgazado ni un miserable gramo. Nos acompañaba un cocinero que llevaba en un par de mulas todo lo necesario para montar una cocina de campaña (¡incluido un horno de leña!) y que elaboraba los menús preparados por Brahim. También era este hombre capaz de darnos de comer haciendo un fuego entre piedras y con los ingredientes que llevara en la mochila. Y ojo, que entre unos y otros éramos casi 20 personas hambrientas. El sólido desayuno consistía en pan, huevos fritos (con el omnipresente comino), queso fresco, miel y mermeladas artesanales. A mediodía, un refrigerio suave a base de las inevitables aceitunas, ensaladas, arroz o pasta y fruta. Y por la noche, el gran festín de la cocina tradicional marroquí, siempre con verduras y carnes con intensos sabores dulces y especiados. Hariras, tagines, pollos asados con membrillo confitado, autentico cuscús completo con ternera, cabrito cocinado al vapor… Ay, parezco el perro de Pavlov mientras escribo… A pesar de estas exquisiteces, mi mejor recuerdo gastronómico es para los higos secos y los dátiles que Brahim repartía en los descansos ¡Que pelotazo de energía! ¡Muerte a las barritas energéticas!. LA ORGANIZACIÓN Perfecta. La labor de Mario impecable, tanto en Sevilla como en Marruecos: meticuloso, con todo previsto y controlado y siempre pendiente de cada uno de nosotros: quienes lo conocen dicen que siempre lo hace así. Gracias de nuevo Mario, espero que me permitas apuntarme a otras actividades que organices. Brahim y su empresa (www.trekkingmarruecos.es) echan por tierra cualquier tópico sobre los marroquíes. Movilizan una importante infraestructura de personas (guía, chofer, cocinero, muleros), animales de carga y vehículos (furgoneta), reservas de alojamientos, alimentos y material de acampada… Y todo funciona como un reloj, con estricto cumplimiento de horarios y compromisos y las cosas muy, muy bien hechas. El recorrido del trekking está perfectamente estudiado, escogiendo cuidadosamente los itinerarios, paradas y lugares de acampada. Brahim personalmente es serio y formal, cordial, instruido y resolutivo: no dudéis en recurrir a él para cualquier viaje de aventura en el sur de Marruecos. VOCABULARIO - Adhan: Llamada a la oración. - Agadir: Granero comunal. - Aït: Tribu, clan, familia. - Amazigh: Así se llaman en realidad los beréberes (y su idioma), originarios pobladores del Magreb y grupo étnico mayoritario en el Marruecos actual. - Aqqa: Garganta. - Assif: Río (en árabe, Oued o Wad). - Baraka: Bendición o don divino, suerte favorable. - Cuscús: Sémola de trigo cocinada al vapor con 7 verduras (el de verdad) y carne. - Djebbel: Montaña o macizo montañoso. - Harira: Sopa típica del Ramadán. - Kasbah: Gran casa de familia principal, fortificada con baluartes en las cuatro esquinas. - Madrassa: Escuela coránica. - Riad: Edificio (habitualmente alojamiento) construido en torno a un patio con una fuente o estanque de agua. - Tagine: Guiso hecho en un recipiente especial de barro. - Tizzi: Puerto de montaña. Jorge Santos.